Los retos en el horizonte de las chatarrerías

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El reciclaje de vehículos aprovecha ya el 95% del material


Nuevos retos asoman en el horizonte de las chatarrerías. Los antiguos chatarreros se habían convertido en una industria dotada de sofisticada maquinaria para deconstruir los coches, los electrodomésticos, los cables, la infraestructura de los edificios y cualquier desecho con componentes metálicos. Deshacen lo fabricado por otros para rescatar los metales, que limpian y revenden como chatarra de hierro a las acerías, y chatarra del resto de los metales a las fundiciones. Llegan a recuperar metales muy escasos, como el paladio, el oro y el platino de circuitos y componentes de aparatos eléctricos y electrónicos, que a veces son microscópicos.

Los chatarreros actuales se han convertido en empresas de reciclaje punteras. Recogen los desechos con grúas y camiones, los almacenan en instalaciones preparadas para evitar la contaminación y utilizan maquinaria para rescatar el metal de piezas que incluso llegan a triturar.

 


OSCILACIONES DE PRECIOS


El hundimiento del precio de los metales y la caída de la siderurgia (el gran cliente de los chatarreros) provocó un gran descenso de la actividad a partir de 2011. Como retos en el horizonte de las chatarrerías, las empresas tienen el objetivo de mantener las inversiones en tecnología para cumplir la legislación medioambiental europea, cada vez más exigente.

Se recupera una media del 80% de los desperdicios y el 100% de los materiales puros, como perfiles de ventanas. Cada desecho es un mundo. En los vehículos, se recuperaba el 76% de ellos en 2002, llegando al 91,5% en 2013, y la última exigencia fue recuperar el 95%.

 


LOS RETOS DEL SECTOR


¿Hasta dónde se puede llegar?. Se investiga para llegar al 100% del reciclaje, y para ofrecer una chatarra de gran calidad con la que aumentar la exportación. En 2014 se vendió 50 millones de euros de chatarra (entre Europa y Asia) y se incrementó a 70 millones en 2018. El reto es difícil, y mucho más para los pequeños. Las empresas luchan contra la falta de materia prima (los desechos), el estrechamiento de los márgenes y la competencia de quienes reciclan sin las medidas de seguridad obligatorias para no contaminar. Sucede en toda Europa.

Otro de los retos que se vislumbra en el horizonte de las chatarrerías es China, que ha pasado de ser el gran comprador de metales a un suministrador que vende a precios de derribo. Por si fuera poco, la crisis ha tejido una red ilegal de competidores que achatarran por debajo del coste. Son ladrones organizados que roban el cobre de las infraestructuras eléctricas, los metales a los chatarreros legales, y engañan a los consumidores que llevan los electrodomésticos a los puntos limpios de recogida, para recogerlos antes de la entrada. La rapiña es adquirida por empresas ilegales que venden la chatarra más barata.

Además de los robos, el sector sufre la competencia de los ilegales que no pagan impuestos, y contaminan. Abren las baterías de los coches o los electrodomésticos con hachas, y tiran sus líquidos y metales contaminantes al suelo. La propia FER ha explicado esta lacra al Senado, sin resultado. Cuando las empresas ilegales reciben una multa, suelen cambiar de domicilio y de nombre para no pagar.

 


COSTOSA BUROCRACIA


Cumplir la normativa europea es un reto, dificultado en España por las diferencias marcadas por las comunidades autónomas. La carga burocrática de comunicar a los organismos de las comunidades autónomas, policía y guardia civil/policía judicial las entradas, procesos y salidas de chatarra de las instalaciones cuesta unos 10.000 euros anuales a las empresas pequeñas, y 25.000 a las medianas, según estimaciones.

La caída de los precios de los metales es otro agravante. Las cotizaciones de los metales marcan el precio de venta de la chatarra, mientras se encarece el coste de limpiar los desechos. El precio del hierro (más del 60% de la actividad) ha descendido desde 2008, arrastrando al precio de la tonelada de chatarra férrica hasta 150 euros en 2015, un tercio del valor de 2008. La escasez de materia prima es un desafío diario. Los chatarreros se nutren de los recortes de metales industriales, de las demoliciones de los edificios y de los bienes de consumo recogidos en los desguaces y los puntos limpios. España es tradicionalmente deficitaria en chatarra, se importa la mitad de lo necesitado en sus acerías, y no podemos suministrarles más porque carecemos de materia prima. Muchas plantas trabajan al 40% de su capacidad, y no compensa importar desechos porque es muy caro transportarlos.

Cumplir la normativa europea es un reto dificultado en España por las diferencias marcadas por las comunidades autónomas.

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